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sábado, 4 de mayo de 2013


TRES ROSTROS DIFÍCILES





Tres rostros difíciles de mirar, parecen espectros, causan miedo, terror, pánico, dolor, angustia...con solo mirarlos.

Aunque personalmente creo que son extraordinarios, reconozco que frente a ellos es fácil desviar la mirada.


Reconozco que a algunas personas les recuerden Puertourraco, ya saben aquel pueblo de Extremadura donde se cometieron aquellos crímenes familiares tan horribles. La España profunda, dijeron algunos, la España real, dijeron otros.

Son tres mujeres de cierta edad -sin maquillaje ni florituras externas-,  sobre un fondo negro. Sí, es cierto, pero no dejan indiferentes, hay algo más en ellas, algo que nos empuja a reflexionar sobre nosotros mismos, algo que sentimos como muy cercano al tiempo que nos aleja de lo que suponen. No es la vejez, es otra cosa más sutil, más extra, que cuesta explicar.

La fealdad es como la hermosura, arbitraria. Podría pensarse que son trillizas, pero no es ese el caso. Son familia aunque de distinta generación. Son madre e hijas, dejo que ustedes decidan quién es la madre: se sorprenderían al saberlo, no es nada fácil. Humildemente creo que no son feos, tienen algo que va más allá de la belleza, quizás la mirada, quizás ese color en el rostro logrado por la luz y por las arrugas, no se, hay algo que hechiza, que impide dejarlas de lado, que fija la mirada, que suplica el perdón.

Pobres mujeres, qué mal pensados somos al ver este tipo de rostros. Ciertamente crean mal augurio, parecen recién sacadas de un aquelarre fatal, parecen salir de la Casa de Bernarda Alba, parecen salir de la Rue del Percebe, parecen salir de mi pueblo.

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