SIRENA FLOTANTE
Sus cabellos están secos como el heno,
pese a la húmeda alfombra de vida y color
que soporta su figura.
Lámparas flotantes e iluminadas
por el color de los juguetones
peces que pululan distraídos,
al albur de la dueña de su amor
y de su casa.
Parecen estrellas caídas desde el ignoto cielo
en busca de la diosa de sus desvelos
Era hora de dormir o de meditar,
meditar sobre la vida y el olvido,
meditar sobre el color de los pensamientos,
sobre sus brazos extendidos hacia el cielo invisible,
hacia las profundidades del río
envenenado por la envidia
Pero su cuerpo parece una estatua marmolea,
quizás por eso la sirena desvía la mirada,
para que no sepamos que sólo la vida
se abre paso a su alrededor
atraído por las lámparas flotantes,
y no por el movimiento de su cola de sirena:
piel escamada y dorada,
piel dura, protectora,
pero también versátil y fluida
como el agua tenebrosa en la que habita.
También hay velas encendidas
que se alimentan del calor proveniente
de las profundidades de la tierra,
de los fondos marinos donde también habitan
seres olvidados, fantasmales y aterradores:
seres extraños que no osarían salir nunca
a conquistar las profundidades del cielo.
Y qué decir del libro manuscrito:
es sagrado, tiene que serlo,
de otra forma sus palabras se diluirían
en el líquido elemento
que deja flotar el imposible,
el color, la luz, el pensamiento, el ensueño
sobre de la diosa de las profundidades.
J.Ángel M.